31 de marzo de 2020

Cristo, Enviado de Dios


Jn 8, 21-30

“21 Jesús les dijo otra vez: ‘Yo me voy y vosotros me buscaréis, y moriréis en vuestro pecado. Adonde yo voy, vosotros no podéis ir.’ 22 Los judíos se decían: ‘¿Es que se va a suicidar, pues dice: “Adonde yo voy, vosotros no podéis ir?’ 23 El les decía: «Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba. Vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. 24 Ya os he dicho que moriréis en vuestros pecados, porque si no creéis que Yo Soy, moriréis en vuestros pecados.’ 25 Entonces le decían: ‘¿Quién eres tú?’ Jesús les respondió: ‘Desde el principio, lo que os estoy diciendo. 26 Mucho podría hablar de vosotros y juzgar pero el que me ha enviado es veraz, y lo que le he oído a él es lo que hablo al mundo.’ 27 No comprendieron que les hablaba del Padre.  28 Les dijo, pues, Jesús: ‘Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces sabréis que Yo Soy, y que no hago nada por mi propia cuenta; sino que, lo que el Padre me ha enseñado, eso es lo que hablo. 29 Y el que me ha enviado está conmigo: no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada a él.’ 30 Al hablar así, muchos creyeron en él.”

COMENTARIO

Para aquellos que aún, hoy día, dudan acerca de lo consciente que era Jesucristo acerca de su propio ser, lo dice muchas veces en este texto del Evangelio de San Juan.

En realidad, lo que hace el Hijo de Dios es decir, por activa y por pasiva, que es, eso, Hijo de Dios y que lo ha enviado el Padre del Cielo. Por eso lo dice de tantas formas y, por eso, precisamente por su insistencia, había quien quería perseguirlo y matarlo.

El texto bíblico nos dice que muchos, cuando escucharon las palabras del Maestro, creyeron en Él. Y es que de las mismas se deducía, junto a sus hechos, que sí, que era el Mesías. ¿A qué dudar?



JESÚS,  gracias por ser tan claro.

Eleuterio Fernández Guzmán

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