29 de febrero de 2020

Curar a los enfermos del alma


Lc 5, 27-32
"Después de esto, salió y vio a un publicano llamado Leví, sentado en el despacho de impuestos, y le dijo: 'Sígueme.' Él, dejándolo todo, se levantó y le siguió.
Leví le ofreció en su casa un gran banquete. Había un gran número de publicanos y de otros que estaban a la mesa con ellos. Los fariseos y sus escribas refunfuñaban diciendo a los discípulos: '¿Cómo es que coméis y bebéis con los publicanos y pecadores?' Les respondió Jesús: 'No necesitan médico los que están sanos, sino los que están mal. No he venido a llamar a conversión a justos, sino a pecadores.'"

COMENTARIO

Cuando el pueblo judío esperaba la llegada del Mesías estamos más que seguros que lo hacía creyendo que sería alguien que Dios enviaría para, por ejemplo, oponerse a los pueblos que eran enemigos del elegido por el Todopoderoso para ser el suyo, el judío.
El caso es que cuando Jesús escoge a un publicano para que sea Apóstol suyo no fue poco el escándalo que se formó porque era atraerse a quien se consideraba un pecador.
Jesucristo, sin embargo, sabía más que bien para su misión no era atraer a sí a los que no eran pecadores sino, justamente, a los que lo eran porque Él, Médico del alma, debía curar a los que estaban enfermos aunque eso no lo entendieran muchos.
JESÚS, gracias por curar a quienes necesitamos ser curados.

Eleuterio Fernández Guzmán

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