Jn 6,44-51
“En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: ’Nadie puede venir a mí, si el
Padre que me ha enviado no lo atrae; y yo le resucitaré el último día. Está
escrito en los profetas: serán todos enseñados por Dios. Todo el que escucha al
Padre y aprende, viene a mí. No es que alguien haya visto al Padre; sino aquel
que ha venido de Dios, ése ha visto al Padre. En verdad, en verdad os digo: el
que cree, tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron
el maná en el desierto y murieron; éste es el pan que baja del cielo, para que
quien lo coma no muera. Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de
este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la
vida del mundo’”.
COMENTARIO
Hasta tres veces habla
Jesús del pan que es Él, de lo que esto supone y que se infiere de su
ingestión (física, luego, en la Eucaristía que constituyó en la última cena,
pero sobre todo, espiritual); hasta dos veces habla, de esas tres, de que baja
del cielo.
Cuando el Mesías habla de pan vivo entiendo que se refiere a que
el pan
tiene vida en sí, que en sí es alimento para la eternidad. El que
come de este pan adquiere una vida que es distinta a la que ha llevado hasta
ese momento, vida que cambia para ser,
siendo en esta vida, un acercamiento al
Reino de Dios en este lado de ese Reino, en este mundo.
Jesús, con aquellas palabras, quería que los que le escuchaban
supiesen cuál era el camino hacia la vida que no termina y que discurre junto a
Dios Todopoderoso. Él es el camino porque es la verdad y es la vida.
JESÚS, ayúdanos
a no despreciar el Pan de Vida.
Eleuterio Fernández
Guzmán
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