3 de agosto de 2017

Comprender el Reino de Dios

Jueves XVII del tiempo ordinario
Mt 13,47-53

En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: ‘También es semejante el Reino de los Cielos a una red que se echa en el mar y recoge peces de todas clases; y cuando está llena, la sacan a la orilla, se sientan, y recogen en cestos los buenos y tiran los malos. Así sucederá al fin del mundo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de entre los justos y los echarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Habéis entendido todo esto?’ Dícenle: ‘Sí’. Y Él les dijo: ‘Así, todo escriba que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos es semejante al dueño de una casa que saca de sus arcas lo nuevo y lo viejo’. Y sucedió que, cuando acabó Jesús estas parábolas, partió de allí.”


COMENTARIO

Cuando Jesucristo habla en parábolas sabemos que tiene una poderosa razón: quiere que se le entienda y, por eso, precisamente, hace uso de ejemplos de la vida cotidiana. Todos, pues, pueden comprender lo que, de espiritual hay en lo que dice.

En una ocasión diría Jesús a los que le iban a seguir más de cerca, a los Apóstoles, que iban a dejar de ser pescadores de peces y lo iban a ser de hombres. Y eso es lo que, a su entender, es el Reino de Dios: el Todopoderoso a todos quiere pero no todos se salvarán.

El caso es que, a semejanza de los peces, a nosotros también se nos echará a un lado o a otro. Es decir, bien se nos echará a la vida eterna, bien a la muerte eterna. Y todo dependerá de lo que nosotros hayamos querido ser y hacer a tal respecto.

JESÚS, ayúdanos a ser de los que se salvan



Eleuterio Fernández Guzmán

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