8 de octubre de 2016

Escuchar a Dios y hacer, ser

Sábado XXVII del tiempo ordinario

Lc 11,27-28
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba, sucedió que una mujer de entre la gente alzó la voz, y dijo: ‘¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron!’. Pero Él dijo: ‘Dichosos más bien los que oyen la Palabra de Dios y la guardan’”.


COMENTARIO

No es nada extraño ni era poco de esperar que aquellos que escuchaban al Hijo de Dios con gozo y encontraban en sus palabras consuelo y amor, tuvieran palabras buenas para aquella mujer que lo había traído al mundo.

Pero Jesucristo, sin hacer de menos a María, la Virgen Inmaculada, a la que quería muchísimo, sabe que hay algo que es, incluso, más importante que tal amor: saber escuchar a Dios, Padre Todopoderoso.

Y había algo más. Y es que no era suficiente, ¡No!, con escuchar a Dios quedarse, digamos, tan ancho. No. Había que actuar en consecuencia y llevar sus santas palabras a la vida ordinaria, al cada día. Entonces, se era verdadero hijo de Dios.


JESÚS, ayúdanos a ser hijos de Dios de los que se pueda decir que, de verdad, lo son.



Eleuterio Fernández Guzmán

No hay comentarios:

Publicar un comentario