23 de noviembre de 2015

A Dios no le engañan las apariencias

Lunes XXXIV del tiempo ordinario

Lc 21,1-4

En aquel tiempo, alzando la mirada, Jesús vio a unos ricos que echaban sus donativos en el arca del Tesoro; vio también a una viuda pobre que echaba allí dos moneditas, y dijo: ‘De verdad os digo que esta viuda pobre ha echado más que todos. Porque todos éstos han echado como donativo de lo que les sobraba, ésta en cambio ha echado de lo que necesitaba, todo cuanto tenía para vivir’”.

COMENTARIO

No era nada extraño, y sigue sin serlo, que el ser humano haga como si Dios no conociese lo que lleva a cabo. Es decir, como si el Creador, que todo lo ha creado y mantiene, estuviese muy alejado de la existencia de cada una de sus criaturas.

Jesús sabe que su Padre conoce todo de todos. Por eso no se le puede engañar y por eso les pone el ejemplo de la limosna en el Templo. Es normal, a tal respecto, que hubiese muchos ricos que echaban lo que les sobraba. Y tal dinero, seguramente, no era tan bien visto por Dios como ellos debían creer.

La viuda, sin embargo (que sería pobre por no tener quien la asistiera) echa mucho más que ellos. Es decir, no en cantidad pero si en “calidad” de la limosna. Ella no echa lo que sobra sino de lo que le hace falta. Y tal dar forma de dar es muy agradecida por Dios.

JESÚS, ayúdanos a tener espíritu caritativo de verdad y no falseado


Eleuterio  Fernández Guzmán

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