29 de octubre de 2015

Ser, siempre, de Cristo

Jueves XXX del tiempo ordinario
Lc 13,31-35

En aquel tiempo, algunos fariseos se acercaron a Jesús y le dijeron: ‘Sal y vete de aquí, porque Herodes quiere matarte’. Y Él les dijo: ‘Id a decir a ese zorro: ‘Yo expulso demonios y llevo a cabo curaciones hoy y mañana, y al tercer día soy consumado. Pero conviene que hoy y mañana y pasado siga adelante, porque no cabe que un profeta perezca fuera de Jerusalén’. 

'¡Jerusalén, Jerusalén!, la que mata a los profetas y apedrea a los que le son enviados. ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina su nidada bajo las alas, y no habéis querido! Pues bien, se os va a dejar vuestra casa. Os digo que no me volveréis a ver hasta que llegue el día en que digáis: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!’”.

COMENTARIO

Este texto del evangelio de san Lucas muestra a un Jesús triste. Y es que se entristece el Hijo de Dios porque sabe lo que están pensando muchos acerca de su predicación de aquello que lleva haciendo a lo largo de los caminos.

Jesús sabe que Herodes lo quería ver. Lo quería hacer por curiosidad pero, más que nada, porque quería terminar con aquel del que decían que era Rey. Pero Jesús no se aleja de tal persona sino que sigue con su predicación y su labor.

Pero Jesús está triste. Sabe que está llevando a cabo una misión de la que muchos huyen. Aunque haya quien le sigue también hay quien quiere acabar con su vida. Por eso les pone sobre el aviso de lo que va a pasar a lo largo de su vida y, luego, de su muerte.


JESÚS, ayúdanos a confiar siempre en Ti.


Eleuterio Fernández Guzmán

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