26 de noviembre de 2013

Lo que ha de venir

 Martes XXXIV del tiempo ordinario



Lc 21, 5-11

“Como dijeran algunos, acerca del Templo, que estaba adornado de bellas piedras y ofrendas votivas, él dijo: ‘Esto que veis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea derruida.’  Le preguntaron: ‘Maestro, ¿cuándo sucederá eso? Y ¿cuál será la señal de que todas estas cosas están para ocurrir?’ ‘El dijo: ‘Mirad, no os dejéis engañar. Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: ‘Yo soy’ y ‘el tiempo está cerca’. No les sigáis. Cuando oigáis hablar de guerras y revoluciones, no os aterréis; porque es necesario que sucedan primero estas cosas, pero el fin no es inmediato.» 10 Entonces les dijo: ‘Se levantará nación contra nación y reino contra reino. 11 Habrá grandes terremotos, peste y hambre en diversos lugares, habrá cosas espantosas, y grandes señales del cielo.’”
        
COMENTARIO

A los seres humanos nos gustan mucho las realizaciones que llevamos a cabo porque entendemos que son propias de seres inteligentes. Y eso les pasaba a los que, en el Jerusalén, miraban el Templo. Era rico en propiedades de sus materiales pero ¿era también propio de personas con fe?

Jesús sabe que aquella obra humana no vale más que la obra divina. Les dice que todo quedará destruido como, al cabo de los años, en efecto, pasó. Sabe que lo que importa es el Templo es Cristo, Él mismo y que tal realidad espiritual sí vale la pena.

Pero Jesús sabe que lo que ha de venir será terrible para el ser humano antes de que llegue, en su segunda venida, para juzgar a vivos y a muertes. Deberemos mantener, entonces, la calma espiritual porque el fin, aunque aún no cercano, supone su venida.






JESÚS, los que gustan, en exclusiva, de cosas humanas, no acaban de entender lo que, verdaderamente importa. Ayúdanos a deshacernos de lo que nos sobra y centrarnos en lo que nos importa.






Eleuterio Fernández Guzmán


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