Lc 23 ,33.39-43
“Cuando los soldados llegaron al lugar llamado
Calvario, crucificaron allí a Jesús y a los malhechores, uno a la derecha y
otro a la izquierda. Uno de los malhechores colgados le insultaba: ‘¿No eres tú
el Cristo? Pues ¡sálvate a ti y a nosotros!’. Pero el otro le respondió
diciendo: ‘¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena? Y nosotros
con razón, porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio, éste
nada malo ha hecho’. Y decía: ‘Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu
Reino’. Jesús le dijo: ‘Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso’”.
COMENTARIO
Ante Jesús, aquellos que lo conocían o habían oído
hablar de aquel Maestro que hacía tantas cosas extraordinarias, se podía
mantener una doble actitud: se le creía o no se le creía. Según se adoptara una
posición u otra, aquel momento de la cruz, de Su cruz y Pasión, se vivía de una
forma u otra.
Aquel ladrón, llamado bueno, comprendió que Aquel
hombre que estaba colgado con ellos en unos palos cruzados, no era culpable de
nada que le hiciese acreedor al castigo que le estaban provocando. Entendió que
Jesús era Dios.
Aceptar a Cristo es aceptar, sin duda alguna, al
mismo Creador. Por eso Jesús sabe que aquel hombre se ha convertido y, por eso mismo,
lo tendrá en su Reino dentro de muy poco tiempo. Aceptó a Jesús y su corazón
fue aceptado, de inmediato, en el Cielo.
JESÚS, aquellos
que te aceptan sin medida y sin poner traba alguna, alcanzan la vida eterna.
Muchas veces lo dijiste pero otras tantas veces nosotros mismos, los que mucho
creemos saber de Ti, rechazamos tus palabras con nuestros gestos.
Eleuterio Fernández Guzmán
No hay comentarios:
Publicar un comentario