20 de enero de 2012

Sobre Pío XII









El preámbulo de este artículo lo es en el sentido de dar a entender que, las críticas que hay y, a lo mejor, habrán, contra Pío XII dejan de tener sentido si se observa, con cierta profundidad, el fondo de su vida particular y, claro de aquello que le precede.



Por eso es conveniente hacer algo de historia a la misma historia.



El 14 de marzo de 1937 Pío XI, Pontífice católico, dio una Carta Encíclica de título impronunciable: ”Mit Brennender Sorge”.

El texto, con evidentes vocablos alemanes, iba dirigido a “A los venerables hermanos, arzobispos, obispos y otros ordinarios de Alemania en paz y comunión con la Sede Apostólica”.

La Carta Encíclica tenía un subtítulo que apuntaba a muchas realidades y muchas cosas que, al parecer, fueron olvidadas por muchos, y que era “Sobre la situación de la Iglesia católica en el Reich alemán”.



No resulta conveniente olvidar que, entonces, el poder, lo tenía un tal Adolfo Hitler de tendencias, más bien, paganas.

Un claro aviso envió el antecesor de Pío XII al régimen nazi cuando, en el número 12 de la MBS dice que “Si la raza o el pueblo, si el Estado o una forma determinada del mismo, si los representantes del poder estatal u otros elementos fundamentales de la sociedad humana tienen en el orden natural un puesto esencial y digno de respeto, con todo, quien los arranca de esta escala de valores terrenales elevándolos a suprema norma de todo, aun de los valores religiosos, y, divinizándolos con culto idolátrico, pervierte y falsifica el orden creado e impuesto por Dios, está lejos de la verdadera fe y de una concepción de la vida conforme a esta”.



Pero, por si eso no fuera suficiente, más adelante dice que “Solamente espíritus superficiales pueden caer en el error de hablar de un Dios nacional, de una religión nacional, y emprender la loca tarea de aprisionar en los límites de un pueblo solo, en la estrechez étnica de una sola raza, a Dios, creador del mundo, rey y legislador de los pueblos, ante cuya grandeza las naciones son como gotas de agua en el caldero (Is 40, 5)”.



Y así estaba la situación cuando el 2 de marzo de 1939 el cónclave cardenalicio dio luz verde a que se pronunciara el “Habemus Papam” : Eugenio Pacelli, cardenal, había sido elegido Papa y, con el nombre de Pío XII, dio su visto bueno a coger el timón de la barca de la Iglesia y, de paso, a agradecer a Pío XI la labor realizada.



Sin embargo, algún que otro submarino quería torpedear aquella barca.



El 27 de enero de 2007, publicó ACI una noticia titulada “En campaña contra la Iglesia. KGB generó leyenda negra de Pío XII como aliado del régimen nazi, denuncia ex espía”.

En tal artículo, por medio de Ion Mihai Pacepa, se desgranaban los planes del KGB soviético de ensuciar el honor de Pío XII y, de paso, el de la Iglesia católica, urdiendo un plan para hacerlo pasar por colaborador del régimen nacionalsocialista de Hitler.

Y esto, tal plan, ha dado lugar a que sobre la persona de Pío XII haya recaído una mala fama (cómplice, casi, de los asesinatos de aquel régimen nazi) que es, y será, muy difícil de reparar.

Pero, en realidad, ¿cuál fue la relación de Pío XII con el nazismo?

En 1998, la Comisión para las Relaciones Religiosas con el Hebraísmo, emitió un documento titulado “Nosotros recordamos: una reflexión sobre la ‘Shoah’” en el que se ponían, como suele decirse, los puntos sobre las íes.



Se pregunta el documento si el sentimiento antijudío que a lo largo de la historia ha sufrido el pueblo elegido por Dios pudo hacer, a los cristianos, más sensibles “ante las persecuciones contra los miembros de tal comunidad religiosa” por el nacionalsocialismo.

Una respuesta a esta pregunta viene dada por el hecho de que existían muchos factores que, seguramente, influían en el caso: desconocimiento de lo que sucedía; el miedo, seguramente insuperable, ante lo que sucedía y, también, la simple actuación por envidia.



Pero, en el caso particular de Pío XII, ¿Qué sucedió?

La “reflexión sobre la Shoah” recoge algunas pruebas que apuntan en la dirección según la cual ni hubo colaboración con el régimen nazi:



1.- “Giuseppe Nathan, comisario de la Unión de comunidades judías italianas, declaró: ‘Ante todo, dirigimos un reverente homenaje de gratitud al Sumo Pontífice y a los religiosos y religiosas que, siguiendo las directrices del Santo Padre, vieron en los perseguidos a hermanos, y con valentía y abnegación nos prestaron su ayuda, inteligente y concreta, sin preocuparse por los gravísimos peligros a los que se exponían”’



2.- “El 21 de septiembre del mismo año, Pío XII recibió en audiencia al doctor A. Leo Kubowitzki, secretario general del Congreso judío internacional, que acudió para presentar ‘al Santo Padre, en nombre de la Unión de las comunidades judías, su más viva gratitud por los esfuerzos de la Iglesia católica en favor de la población judía en toda Europa durante la guerra’”



3.- “El jueves 29 de noviembre de 1945, el Papa recibió a cerca de ochenta delegados de prófugos judíos, procedentes de varios campos de concentración en Alemania, que acudieron a manifestarle ‘el sumo honor de poder agradecer personalmente al Santo Padre la generosidad demostrada hacia los perseguidos durante el terrible período del nazi-fascismo’”

Y lo que podría resultar definitivo y debería disipar cualquier duda al respecto, lo dijo Golda Meier cuando, al morir Pío XII, en un mensaje, dijera que “Compartimos el dolor de la humanidad (...) Cuando el terrible martirio se abatió sobre nuestro pueblo, la voz del Papa se elevó en favor de sus víctimas. La vida de nuestro tiempo se enriqueció con una voz que habló claramente sobre las grandes verdades morales por encima del tumulto del conflicto diario. Lloramos la muerte de un gran servidor de la paz”.

Por otra parte, Pío XII hizo llegar, en diciembre de 1943, a la madre María Xavier Marteau, de la Orden de las Ursulinas, una suma de 10.000 liras, porque le reconocía la labor que llevaba haciendo (dar refugio, en su convento, a decenas de judíos, que huían de la persecución nazi)



Sin embargo, no prevalece esto que es lo verdaderamente importante sino una burda campaña comunista en contra de Pío XII que tanto éxito ha tenido entre la progresía del mundo y sus medios de comunicación y que ha llegado a hacer, de Pío XII, no un abanderado del amor sino un monstruo que admitía el Holocausto.

Menos mal, podemos pensar y creer, que el tiempo, ha quitado razones (que no eran sino manipulaciones) a uno y se les ha dado a otros. O mejor, a otro, llamado Eugenio Pacelli, conocido por Pío XII.


Eleuterio Fernández Guzmán


Publicado en Acción Digital



No hay comentarios:

Publicar un comentario