En una ocasión dijo el Cardenal Claudio Hummes, Arzobispo Emérito de San Pablo, que “La Iglesia hoy sabe que hay una urgencia misionera, no sólo ‘ad gentes’, sino también en las regiones y ambientes donde desde hace siglos la fe cristiana fue predicada, implantada y las comunidades eclesiales establecidas.”
Muchas son las causas que determinan la situación por la que pasa la fe en nuestra nación, de vieja raigambre cristiana.
En cuanto al relativismo decir que “todo es relativo” es una frase que puede resultar recurrente y que, por eso, viene muy bien para ser utilizada cuando conviene porque, por eso mismo, lo relativo se aplica a cualquier realidad.”
Sobre esto, Benedicto XVI dijo, en la homilía de la Misa que celebró en Varsovia el 26 de mayo de 2006 que “Como en los siglos pasados, también hoy hay personas o instituciones que haciendo caso omiso de la tradición de la Iglesia pretenden falsificar la palabra de Cristo y erradicar del evangelio la verdad, que consideran demasiado incómoda para el hombre moderno. Se intenta dar la impresión de que todo es relativo y que la verdad de la fe depende de la situación histórica y de la valoración humana. Pero la Iglesia no puede hacer callar el Espíritu de la verdad”.
Sobre las legislaciones destructoras de la familia que atentan contra la Fe muchas han sido las que han violentado (y están en los planes de aprobación) el derecho natural (la Ley de Dios) como, por ejemplo:
-Leyes en contra de la familia (divorcio exprés, por ejemplo)
-Leyes en contra de la vida (aborto, próxima eutanasia)
-Leyes en contra de la Religión católica en cuanto asignatura (arrinconamiento legal de la misma)
-Leyes a favor del adoctrinamiento juvenil (Educación para la Ciudadanía)
-Ley de Libertad Religiosa (próxima a reformar y que, seguramente, no será muy positiva para la religión católica)
Sobre tales temas, algo dijo Benedicto XVI en su viaje a Brasil en 2007 cuando en la Catedral da Sé (Iglesia metropolitana de la Ciudad de Sao Paulo dedicada a Nuestra Señora de la Anunciación), al celebrar las Vísperas, mantuvo un encuentro con más de 400 obispos de Brasil. Allí dijo (el 11 de mayo) que “La vida social está atravesando momentos de confusión desorientadora. Se ataca impunemente la santidad del matrimonio y de la familia, […] se justifican algunos crímenes contra la vida en nombre de los derechos de la libertad individual; se atenta contra la dignidad del ser humano; se extiende la herida del divorcio y de las uniones libres...”.
Muchas son las causas que determinan la situación por la que pasa la fe en nuestra nación, de vieja raigambre cristiana.
En cuanto al relativismo decir que “todo es relativo” es una frase que puede resultar recurrente y que, por eso, viene muy bien para ser utilizada cuando conviene porque, por eso mismo, lo relativo se aplica a cualquier realidad.”
Sobre esto, Benedicto XVI dijo, en la homilía de la Misa que celebró en Varsovia el 26 de mayo de 2006 que “Como en los siglos pasados, también hoy hay personas o instituciones que haciendo caso omiso de la tradición de la Iglesia pretenden falsificar la palabra de Cristo y erradicar del evangelio la verdad, que consideran demasiado incómoda para el hombre moderno. Se intenta dar la impresión de que todo es relativo y que la verdad de la fe depende de la situación histórica y de la valoración humana. Pero la Iglesia no puede hacer callar el Espíritu de la verdad”.
Sobre las legislaciones destructoras de la familia que atentan contra la Fe muchas han sido las que han violentado (y están en los planes de aprobación) el derecho natural (la Ley de Dios) como, por ejemplo:
-Leyes en contra de la familia (divorcio exprés, por ejemplo)
-Leyes en contra de la vida (aborto, próxima eutanasia)
-Leyes en contra de la Religión católica en cuanto asignatura (arrinconamiento legal de la misma)
-Leyes a favor del adoctrinamiento juvenil (Educación para la Ciudadanía)
-Ley de Libertad Religiosa (próxima a reformar y que, seguramente, no será muy positiva para la religión católica)
Sobre tales temas, algo dijo Benedicto XVI en su viaje a Brasil en 2007 cuando en la Catedral da Sé (Iglesia metropolitana de la Ciudad de Sao Paulo dedicada a Nuestra Señora de la Anunciación), al celebrar las Vísperas, mantuvo un encuentro con más de 400 obispos de Brasil. Allí dijo (el 11 de mayo) que “La vida social está atravesando momentos de confusión desorientadora. Se ataca impunemente la santidad del matrimonio y de la familia, […] se justifican algunos crímenes contra la vida en nombre de los derechos de la libertad individual; se atenta contra la dignidad del ser humano; se extiende la herida del divorcio y de las uniones libres...”.
Y, por último, en cuanto al nihilismo Negar toda creencia es verse abocado a la fosa humana porque, en realidad, supone negarse a sí mismo. Un ser humano que se permite el lujo de negar todo principio religioso se vacía del Espíritu y, así, se queda sin lo que, en su vida, le podía servir de guía y de brújula.
Sobre el nihilismo dice el beato Juan Pablo II Magno en su Encíclica Fides et Ratio (del 14 de septiembre de 1998) que “Además, como consecuencia de la crisis del racionalismo, ha cobrado entidad el nihilismo. Como filosofía de la nada, logra tener cierto atractivo entre nuestros contemporáneos. Sus seguidores teorizan sobre la investigación como fin en sí misma, sin esperanza ni posibilidad alguna de alcanzar la meta de la verdad. En la interpretación nihilista la existencia es sólo una oportunidad para sensaciones y experiencias en las que tiene la primacía lo efímero. El nihilismo está en el origen de la difundida mentalidad según la cual no se debe asumir ningún compromiso definitivo, ya que todo es fugaz y provisional” (FR 45)
En España, mucho se hace, por extender el nihilismo. El laicismo imperante y rampante se multiplica (en Ejecutivos y medios de comunicación) para hacer ver que “no vale la pena creer” que es la mejor forma de hacer que todo control gubernamental sea posible con una falta, efectiva, de libertad.
¿Es, pues, necesaria la evangelización en España?
A la vista de lo aquí brevemente apuntado está bastante claro que se hace necesaria una evangelización que, a todas luces, requiere la intervención de los cristianos que, reconociéndose hijos de Dios nos vemos abocados a no callar lo que pasa a nuestro alrededor, a no quedar petrificados ante tamaño ataque a nuestra fe que llega, y se produce, desde muchos frentes.
Dice, también, el Santo Padre, en el encuentro con obispos brasileños citado arriba que “Es necesario por ello promover una evangelización metódica y capilar en vista de una adhesión personal y comunitaria a Cristo”. Se hace necesaria “una misión evangelizadora que convoque todas las fuerzas vivas de este inmenso rebaño”.
Y es que evangelizar a la vieja cristiandad va siendo, en primer lugar, una necesidad urgente y, en segundo lugar, una obligación extensible a todo cristiano. Y nunca, seguramente, insistiremos lo suficiente sobre esto.
Eleuterio Fernández Guzmán
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