19 de junio de 2011

Salvación eterna

Jn 3,16-18

“En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: ‘Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él. El que cree en Él, no es juzgado; pero el que no cree, ya está juzgado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios.

COMENTARIO

Nicodemo era un discípulo de los que se dicen que eran secretos. Era un judío importante y, seguramente, no quería que se supiese que seguía a Jesús y que estaba de acuerdo con lo que decía.

Jesús pone en el conocimiento de Nicodemo algo muy importante: Dios tiene la intención de que el mundo se salve del abismo en el que ha caído y, por eso mismo, ha enviado a su Hijo. No juzgará sino que salvará.

Es necesario, obligado, creer. Es bien cierto que no se trata de ninguna imposición de Dios sino, en todo caso, una buena recomendación si es queremos que la vida eterna, para nosotros, sea posible. Es más, quien cree en Jesucristo se salvará y quien no crea tiene un juicio ya terminado.


JESÚS, sabes que lo mejor para tus hermanos en la fe y, en general, para todo ser humano creación de Dios, es la vida eterna. Pero no es fácil, digamos, alcanzarla porque algo tenemos que hacer y no podemos dejar nuestra fe escondida bajo el celemín. Nicodemo también le pregunta por eso y obtiene la respuesta más perfecta: creer es salvarse.



Eleuterio Fernández Guzmán

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