26 de mayo de 2011

Ser vid y ser sarmientos

Jn 15,1-8



“En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: ‘Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto. Vosotros estáis ya limpios gracias a la Palabra que os he anunciado. Permaneced en mí, como yo en vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada. Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis. La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos’”.


COMENTARIO

Jesús, con su venida al mundo y a estar entre sus hermanos (todos somos creación de Dios) vino a salvarnos. Antes de eso tuvo que decir lo que le correspondía decir de forma que lo entendieran todas las generaciones.

Vid y sarmiento son elementos de la naturaleza creada por Dios. La vid es aquella de donde surge el vino, sangre de Cristo tras la transubstanciación; el sarmiento, una parte de la viña de la que vive y sin la cual no puede existir.

Permanecer con Jesús es garantía de vivir una Vida que ha de dar fruto gozoso de pertenencia a Dios y a su Reino. Sólo con Cristo somos capaces de generar la paz que el mundo necesita y sin la cual nada puede ser posible.



JESÚS, Tú eres la Viña y nosotros los sarmientos. Eso, que parece sencillo de entender no es tan fácil de llevar a cabo por parte de nosotros que, a veces, creemos que somos capaces de vivir sin ti, si tu aliento y sin tu Palabra. Eso, sin embargo, no es posible y deberíamos darnos cuenta de ello.





Eleuterio Fernández Guzmán

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