1 de mayo de 2024

Ser sarmientos y dar fruto

Jn 15, 1-8


"A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos: 'Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. Él corta todos mis sarmientos que no dan fruto; al que da fruto, lo poda para que dé más todavía. Ustedes ya están limpios por la palabra que Yo les anuncié.

Permanezcan en mí, como Yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos.

El que permanece en mí, y Yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer. Pero el que no permanece en mí, es como el sarmiento que se tira y se seca; después se recoge, se arroja al fuego y arde. Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán.

La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante, y así sean mis discípulos.'"

COMENTARIO

Es fácil entender que el Hijo de Dios, que tenía una suprema inteligencia (era Dios hecho hombre) conocía muy bien las limitaciones de aquellos que le escuchaban y, por eso, hacía uso de elementos de la vida ordinaria para que su predicación llegara al puerto del corazón de sus oyentes. 

La imagen de la vid y los sarmientos está más que bien puesta pues nos indica qué somos nosotros y qué debemos tener en cuenta. Y es que, en verdad, no somos nada si nos alejamos de Dios y de su Hijo y, claro del Espíritu Santo. 

El caso es que Jesucristo lo dice con claridad meridiana; "separados de mí, nada pueden hacer". Y, en fin, es que es cierto y verdad. 


JESÚS,  gracias por enseñarnos cómo debemos ser y, sobre todo, qué es lo que nos conviene.

Eleuterio Fernández Guzmán

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