27 de agosto de 2019

Purificar el corazón

Mt 23, 23-26

23’¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el diezmo de la menta, del aneto y del comino, y descuidáis lo más importante de la Ley: la justicia, la misericordia y la fe! Esto es lo que había que practicar, aunque sin descuidar aquello. 24 ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito y os tragáis el camello! 25 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que purificáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro están llenos de rapiña e intemperancia! 26 ¡Fariseo ciego, purifica primero por dentro la copa, para que también por fuera queda pura!

COMENTARIO

Es bien cierto y más que conocido que había muchos que no querían, para nada, al Hijo de Dios. Y siempre que podían le preguntaban con aviesas intenciones. No nos extraña, para nada, que Jesucristo, de vez en cuando, les recordara más de una cosa que no les iba a gustar.

Aquellos hombre, al parecer, fariseos y escribas, llevaban una conducta poco acorde con la fe que decían tener. Pero, según nos dice Jesucristo, se preocupaban más por lo material que por lo espiritual y eso, en personas supuestamente sabias en lo religioso… en fin, que era poco presentable.

Jesucristo les de un consejo que también nos sirve a nosotros: debemos purificar nuestro corazón con más largueza a cómo hacemos lo propio con el exterior. Entonces, seguro, estaremos más acorde con la Voluntad de Dios.


JESÚS, gracias por darnos tan sabios consejos

Eleuterio Fernández Guzmán

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