22 de febrero de 2017

Pedro y las llaves del Reino

Mt 16,13-19

En aquel tiempo, llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: ‘¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?’. Ellos dijeron: ‘Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas’. Díceles Él: ‘Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?’. Simón Pedro contestó: ‘Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo’. 

Replicando Jesús le dijo: ‘Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos’”.

COMENTARIO

Seguramente, Jesús quiere probar a sus Apóstoles cuando les pregunta sobre quién cree la gente es Él. Y es que, aunque no lo supiera sí podía intuir la respuesta que le iban a dar. Pero el Maestro esperaba la respuesta de uno de ellos, sus más cercanos.

Aquel hombre, Pedro, era uno de los discípulos más aventajados de entre los que Jesús había escogido como sus Apóstoles. Sin duda el Espíritu Santo le sopló en su corazón la respuesta a la pregunta. Por eso acierta de pleno.

Jesús ya no tiene duda alguna. Aquel hombre, sobre quien el Espíritu Santo ha soplado con tanta puntería, ha de ser quien lidera al grupo de sus discípulos. Por eso le da las llaves del Reino de Dios y todo puede atarlo o desatarlo.


JESÚS, ayúdanos a tener las cosas tan claras como las tenía Pedro.

Eleuterio Fernández Guzmán


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