7 de abril de 2016

Aceptar a Cristo


Jueves II de Pascua

Jn 3,31-36

El que viene de arriba está por encima de todos: el que es de la tierra, es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo, da testimonio de lo que ha visto y oído, y su testimonio nadie lo acepta. El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz. Porque aquel a quien Dios ha enviado habla las palabras de Dios, porque da el Espíritu sin medida. El Padre ama al Hijo y ha puesto todo en su mano. El que cree en el Hijo tiene vida eterna; el que rehúsa creer en el Hijo, no verá la vida, sino que la cólera de Dios permanece sobre él.”

COMENTARIO

Al parecer, era difícil hacer entender que Cristo había venido de Dios. Por eso se empeña Jesucristo en dar a conocer tal naturaleza, su naturaleza. No lo hace, de todas formas, porque creyese que así se daba importancia sino porque era fundamental creer en tal verdad.

El caso es que era (y es) de vital importancia aceptar lo que significa que Cristo es enviado por Dios y que es Dios mismo. No es que eso no tenga consecuencias sino, al contrario, que las tiene y muy importantes.

¿Qué pasa si se cree en tal verdad? Pues Cristo lo dice con toda claridad: tendrá vida eterna quien lo confiese Hijo del Padre; tendrá muerte eterna quien no lo confiese como tal. Así de simple y directa es tal verdad.


JESÚS, ayúdanos a no dudar de Quién eres.



Eleuterio Fernández Guzmán

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