26 de julio de 2015

Cuando no sólo se multiplican los panes y los peces

  
Jn 6, 1-15

“Después de esto, se fue Jesús a la otra ribera del mar de Galilea, el de Tiberíades, y mucha gente le seguía porque veían las señales que realizaba en los enfermos. Subió Jesús al monte y se sentó allí en compañía de sus discípulos. Estaba próxima la Pascua, la fiesta de los judíos. Al levantar Jesús los ojos y ver que venía hacia él mucha gente, dice a Felipe: ‘¿Donde vamos a comprar panes para que coman éstos?’ Se lo decía para probarle, porque él sabía lo que iba a hacer. Felipe le contestó: ‘Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno tome un poco.’  Le dice uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro: ‘Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?’

Dijo Jesús: ‘Haced que se recueste la gente.’ Había en el lugar mucha hierba. Se recostaron, pues, los hombres en número o de unos 5.000. Tomó entonces Jesús los panes y, después de dar gracias, los repartió entre los que estaban recostados y lo mismo los peces, todo lo que quisieron. Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: ‘Recoged los trozos sobrantes para que nada se pierda.’ Los recogieron, pues, y llenaron doce canastos con los trozos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido. Al ver la gente la señal que había realizado, decía: ‘Este es verdaderamente el profeta que iba a venir al mundo.’ Dándose cuenta Jesús de que intentaban venir a tomarle por la fuerza para hacerle rey, huyó de nuevo al monte él solo.”

COMENTARIO

Los apóstoles que Cristo había escogido como aquellos que iban a transmitir la Buena Noticia parece que aun no habían comprendido lo que había hecho, en su presencia, el Maestro. Ahora se encontraban en una situación para demostrar que habían cambiado.

Jesús los pone a prueba. Fallan porque piensan como hombres y no alcanzan a ver las cosas desde el punto de vista espiritual. Creían que debían hacer según pensaría un ser humano del común y no contaban con el amor de Dios.

Jesús, antes de empezar a repartir el pan, pide a Dios por aquellos que están muy necesitados de pan. No sólo de comida sino también espiritual. Y todos se saciaron tanto de lo que suponía la comida como del ver que aquel Maestro era más que un simple Maestro.

JESÚS, ayúdanos a aceptar la voluntad de Dios en nuestra vida. También a no confundir Quien eres ni lo que representas.



Eleuterio Fernández Guzmán

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