Jueves II de Pascua
Jn 3,31-36
“En aquel tiempo dijo Jesús a Nicodemo: ‘El que
viene de arriba está por encima de todos: el que es de la tierra, es de la
tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo, da testimonio de lo que ha
visto y oído, y su testimonio nadie lo acepta. El que acepta su testimonio
certifica que Dios es veraz. Porque aquel a quien Dios ha enviado habla las
palabras de Dios, porque da el Espíritu sin medida. El Padre ama al Hijo y ha
puesto todo en su mano. El que cree en el Hijo tiene vida eterna; el que rehúsa
creer en el Hijo, no verá la vida, sino que la cólera de Dios permanece sobre
él’”.
COMENTARIO
Sigue Jesús
instruyendo a Nicodemo porque sabe que, siendo una persona considerada
importante, conviene que esté en la verdad y se mantenga equivocado. Por eso
Jesús insiste tanto en que comprenda que Él es el enviado de Dios.
Cuando
Jesús se presenta al mundo hay muchos que aceptaron lo que decía. Sin embargo,
también hubo muchos que no lo aceptaron para nada y que buscaban su perdición.
Pero Jesús sabe que es muy importante aceptarlo como Quien es.
Jesús no
dice cosa que sea de poca importancia. Nada más y nada menos que centra la
creencia su persona en ganar la vida eterna. Es decir quien cree en Él cree en
Dios que lo ha enviado y quien no cree en Él no cree en Dios. Así de sencillo.
JESÚS, enseñas a Nicodemo lo que es importante que sepamos
todos. Ayúdanos a tener por bueno todo, todo, lo que nos dices y enseñas.
Eleuterio
Fernández Guzmán
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