7 de marzo de 2013

Que sople el Espíritu






La Iglesia que fundó Cristo, la católica, se encuentra en uno de esos momentos de su historia en los que es mejor aguantar la respiración del corazón el tiempo que sea necesario para que, quien corresponda, haga lo que tenga que hacer.

La Sede, como se sabe, está Vacante o, lo que es lo mismo, ahora mismo nadie ocupa la silla de San Pedro y el Vicariato de Cristo no lo desempeña ningún creyente católico.

Esto, es lo cierto, es lo normal que se produzca cuando muere un Papa o cuando, como ha sucedido ahora, el Santo Padre ha tomado la decisión, seguro que orando antes mucho y encomendándose a Dios Padre Todopoderoso, de retirarse a un monasterio a orar por la humanidad y, claro, por sí mismo.

Ahora, por eso mismo, estamos a la espera de que se decida cuándo va a ser el Cónclave en el que se elegirá el nuevo Papa de la Esposa de Cristo. Estamos a la espera sabiendo que la decisión la tomaran los cardenales cuando tengan que tomarla y que es lo nuestro pedir a Dios por el hecho mismo de ser tomada y, luego, por lo que tenga que venir.

En el momento en el que se cierre la puerta de la Capilla Sixtina y los cardenales se sienten en sus asientos y empiecen las votaciones que tengan que llevarse a cabo, entrará en liza Alguien en el que muchos no creen y en el que otros tantos piensan que poco tiene que hacer aquí: el Espíritu Santo.

La Tercera Persona de la Santísima Trinidad nos acompaña, como dijo Jesús a sus discípulos, enseñándonos sobre lo bueno y sobre lo malo. También tiene mucho que decir al corazón de cada uno de los cardenales que están legitimados para elegir al nuevo Papa.

El Espíritu Santo, como sabemos, sopla donde quiere pero seguro que ahora tiene que soplar entre las paredes de la famosa Capilla donde, por tradición, es el lugar escogido para llevar a cabo la votación y para que se transmita a la humanidad entera (no sólo a la católica) a través del ya más que conocido humo (blanco o negro según vayan siendo las votaciones) que la Iglesia católica tiene nuevo Papa.

Por eso conviene dejar tranquilo al Espíritu de Dios porque sabe mucho mejor que nosotros, incluso que los más inteligentes teólogos o cardenales, lo que es importante, en este momento histórico, para la Iglesia católica. Por lo tanto, es mucho mejor dejar de hacer las listas de papables, de aquellos que pueden o no optar a ocupar la silla de Pedro. Ya dirá el Espíritu Santo lo que Dios quiere. Lo demás, con franqueza lo digo, es un puro pasar el tiempo y, además, una pérdida absoluta de esfuerzo que no servirá, además, para nada.

Eleuterio Fernández Guzmán


Publicado en Soto de la Marina

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