10 de octubre de 2012

Padre Nuestro


Miércoles XXVII del tiempo ordinario

Lc 11,1-4


“Sucedió que, estando Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos: ‘Señor, enséñanos a orar, como enseñó Juan a sus discípulos’. Él les dijo: ‘Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino, danos cada día nuestro pan cotidiano, y perdónanos nuestros pecados porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe, y no nos dejes caer en tentación’".



COMENTARIO

Señor, enséñanos a orar

Los discípulos de Cristo le piden al Maestro que les diga cómo dirigirse al Padre porque no les servía con lo que, hasta entonces, tenían. Ahora están seguros de poder mantener una relación más directa con Dios y así se dirigen a Jesús.

Cuando oréis

Jesús sabe que Dios no gusta de oraciones entretejidas con exceso verbal. Le basta con una serie de peticiones que dirigimos al Creador para manifestar que le amamos y que estamos con Él siempre.


Dirigirse a Dios

El Creador siempre espera nuestra atención y si la misma se traslada a través de la oración, es el Padre que, atento, está a lo bueno de los hijos y olvida lo malo. Dirigirse a Dios es garantía, a su vez, de ser escuchado.



JESÚS,  nos enseñas a dirigirnos al Padre con una oración en la que le pedimos mucho y mucho esperamos del Creador. Sin embargo, ¡cuántas veces no cumplimos con la parte que nos corresponde!



Eleuterio Fernández Guzmán


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