11 de febrero de 2019

Tener siempre en cuenta lo que dice María

Jn 2, 1-11

“1 Tres días después se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús. 2 Fue invitado también a la boda Jesús con sus discípulos. 3 Y, como faltara vino, porque se había acabado el vino de la boda, le dice a Jesús su madre: ‘No tienen vino’. 4 Jesús le responde: ‘¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora’. 5 Dice su madre a los sirvientes: ‘Haced lo que él os diga’. 6 Había allí seis tinajas de piedra, puestas para las purificaciones de los judíos, de dos o tres medidas cada una. 7 Les dice Jesús: ‘Llenad las tinajas de agua’. Y las llenaron hasta arriba. 8 ‘Sacadlo ahora, les dice, y llevadlo al maestresala’. Ellos lo llevaron. 9 Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, como ignoraba de dónde era (los sirvientes, los que habían sacado el agua, sí que lo sabían), llama el maestresala al novio 10 y le dice: ‘Todos sirven primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el inferior. Pero tú has guardado el vino bueno hasta ahora’. 11 Así, en Caná de Galilea, dio Jesús comienzo a sus señales. Y manifestó su gloria, y creyeron en él sus discípulos.”


COMENTARIO

Ciertamente, las palabras del Hijo de Dios al respecto de su Madre, María, pueden parecer duras. Podría pensarse que la desprecia cuando, en realidad, es todo lo contrario. Y que Jesucristo saber que aún no ha llegado la hora de mostrar que es el Enviado de Dios. Sin embargo, no puede no hacer caso a quien lo ha traído al mundo y, en fin, consigue que el agua se transforme en vino. Tampoco nos extraña nada que San Juan certifique, por así decirlo, aquel milagro como el que dio comienzo a las señales que mostraría que el Maestro al que seguían era el Hijo de Dios.


JESÚS,  gracias por seguir las indicaciones de tu Madre que, no obstante, es la de Dios.

Eleuterio Fernández Guzmán

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